Qué es el sindrome de burnout

El síndrome de Burnout, también conocido como síndrome de desgaste profesional o síndrome de estar quemado, fue declarado en el año 2000 por la Organización Mundial de la Salud como un trastorno y factor de riesgo laboral por su capacidad de afectar la calidad de vida y la salud mental.

El estrés actúa como precursor ya que, cuando la situación de desgaste se acumula y se mantiene en el tiempo, puede dar lugar a un burnout que debe ser tratado correctamente y a tiempo para evitar mayores complicaciones. Se trata de un proceso continuo y gradual en el que la persona poco a poco va perdiendo energía, optimismo e ilusión en su trabajo.

A diferencia del estrés, el burnout es un trastorno y solo se entiende este síndrome dentro de un contexto laboral. Tras una fase inicial de entusiasmo profesional se desencadena un proceso que pasa por el estancamiento, la frustración y la apatía. El burnout, como trastorno, desarrollará unas consecuencias y unos síntomas más graves que el estrés que se manifestarán tanto a nivel de conducta como a nivel emocional.

Hay que tener en cuenta que también puede producirse burnout por un trabajo no estresante pero desmotivador que conlleve una crisis en el desarrollo de la carrera profesional, falta de estimulación, aislamiento o problemas con las condiciones económicas. Estas situaciones pueden ser también un desencadenante de burnout inhibiendo las capacidades de la persona y afectando a su bienestar emocional.

Síntomas

Los síntomas más habituales del síndrome de Burnout se pueden identificar a distintos niveles. Se presentan de forma progresiva y cíclica repitiéndose a lo largo del tiempo de forma que podemos llegar a experimentar de forma simultánea.

Cansancio y agotamiento
El agotamiento y la pérdida progresiva de energía se traducen también en una mayor dificultad para concentrarse, pérdida de la memoria y una desorganización en las tareas.

Agitación y nerviosismo
Las dificultades en la realización profesional comportan sensación de fracaso e impotencia y un estado permanente de nerviosismo y taquicardia. En algunos casos pueden presentarse comportamientos agresivos, impaciencia e irritabilidad.

Despersonalización
Temor, ansiedad e impotencia ante el entorno laboral que conduce a un aislamiento como mecanismo de defensa para protegerse del entorno. La autoestima se ve afectada y aparecen signos de culpabilidad por la incapacidad de hacer frente a las cargas de trabajo. En algunos casos puede detectarse también una negación de la realidad o las emociones.

Abandono de la realización personal
El trabajo pierde el valor que tenía y pueden surgir episodios de bajo rendimiento y absentismo laboral. También se pueden producir cambios en los hábitos de higiene y cuidado personal, así como en el patrón de alimentación con pérdida o ganancia de peso exagerada.

Causas

El síndrome de Burnout es un proceso multicausal y complejo en el que, además del estrés, están implicados otros factores ya sea a nivel personal, que hacen que se sea más susceptible de sufrirlo, o a nivel de la organización para la que se trabaja por deficiencias en la definición del puesto, el ambiente laboral o la relación y modelo de liderazgo de los superiores.

¿Cómo afrontarlo?

Para abordar el burnout deberían utilizarse distintas estrategias de forma global para modificar los diversos componentes de este síndrome. Algunos parámetros tendrán que ver con la organización para la que trabajamos y no siempre estará en nuestras manos la capacidad de influir en el cambio. Es por esta razón que, ante todo, sea conveniente centrarse en lo que podemos hacer en el plano individual.

Afrontar el estrés antes de llegar al burnout
Cuando se identifican síntomas de estrés es importante reconocer la situación y tomar medidas para controlarlo antes de que se haga crónico y, finalmente, se convierta en un síndrome de burnout.

Conocer el burnout y los factores que lo originan
Cuando no se ha podido controlar el proceso y se llega al burnout, hay que identificar las circunstancias que están detrás de cada persona para hacer un plan y abordaje específico.

Realizar un proceso de adaptación
Iniciar un proceso de adaptación de las expectativas a la realidad cotidiana y la actitud en el trabajo buscando mecanismos para mejorar la perspectiva. Establecer una buena atmósfera en la relación con el equipo, así como descubrir y reconocer los aspectos positivos del trabajo que hacemos puede ayudar a lograr mejores resultados.

Trabajo personal
La reflexión sobre uno mismo puede contribuir a recuperar perspectiva, mejorar la autoestima y trabajar la resiliencia y la asertividad. Este trabajo personal puede verse reforzado si encontramos un equilibrio entre el trabajo y aspectos tan importantes como la familia, las amistades, las aficiones y los momentos de desconexión y descanso.

Evaluar intereses y habilidades
Los conflictos en el entorno laboral pueden ser trabajados, pero siempre existe la opción de valorar si es el momento de considerar un trabajo alternativo, ya sea con menor exigencia o que se ajuste mejor a nuestros intereses, conocimientos y capacidades. Para hacerlo, tendremos que hacer una evaluación rigurosa y honesta de nuestro perfil.