Cuando tienes un buen día de trabajo, productivo y sin problemas, sales de trabajar, estás contento, y sigues con ganas ¡de comerte el mundo! Sin embargo, cuando tienes un día lleno de estrés y las cosas te salen mal… Ese día sales de trabajar y estás ya cansado, no paras de darle vueltas a qué podías haber hecho mejor, te duele la cabeza, y solo quieres llegar a casa, acostarte y que sea ya mañana… ¿Por qué pasa esto?

Está demostrado que tanto los pensamientos como las emociones, positivas y negativas por supuesto, afectan a nuestro organismo y causan en él diferentes tipos de reacciones bioquímicas.

Por eso, no es ningún secreto que el estado de ánimo influye en el estado de salud físico y mental de una persona tanto a diario como a largo plazo. De hecho, se ha comprobado también que, en casos de enfermedades graves, e incluso enfermedades terminales, un estado de ánimo positivo y favorable, mejora la calidad de vida y favorece, también, la esperanza de vida del paciente. Como te contamos en este otro artículo, ¡los optimistas viven más!

Sin embargo, si afrontamos nuestro día a día con un carácter negativo, sin ganas, o con estrés, esto puede suponernos desde trastornos de sueño y alimenticios hasta incluso una pérdida de la autoestima, que nos acaba perjudicando en todos los aspectos de nuestra vida.

Es un hecho: cuando estamos de buen humor somos capaces de generar un entorno positivo tanto para nosotros como para los que nos rodean. Es por eso que la risa se considera una terapia fantástica, debido a que no solo es contagiosa y crea una atmósfera de buen rollo, sino que, además, cuando nos reímos, liberamos endorfinas, las cuales benefician nuestra salud y nuestro bienestar.

De una forma parecida lo hace Triptomax que, a base de triptófano, ayuda a nuestro organismo a segregar serotonina, un neurotransmisor que nos ayuda a regular el estado de ánimo.